Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación
Santiago 1:17
Una vez leí “el sol es la sombra de Dios” y me quedé pensando ¡cómo brilla Dios! ¡El padre de las luces, es mi padre!
Pero estando bonito, de la nada aparecen sombras que me dan miedo.
Sombras que ya son conocidas pero aún no tienen nombre. De esas sombras en desesperación huye el alma de un lugar a otro tratando de escapar.
Y amanecemos con ese coraje de levantarnos un lunes más y seguir. Aunque sientas una vida hecho miércoles. (coloquialismo ecuatoriano para referirse a situaciones que van de mal a peor).
Hay sombras que ya no me asustan y otras que aunque pequeñas son tan densas que quiero volar más alto.
Pero se que un viernes murió Jesús y fue un viernes negro muy negro.
Lo mejor es que las tinieblas no vencieron a la luz, porque sé que un domingo resucitó, y con una luz más fuerte que un destello y más claro que el medio día.
¿ Sabes? También me llegan días con sombras que quieren aplastarme. Y esto no me hace un mal cristiano, las sombras tienen que pasar porque todavía estamos de este lado de la eternidad bajo el sol, pero he aprendido que esto es un buen pretexto para creer y recordar que la luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Aunque sientas llevar una vida hecho «miércoles», con sombras que duermen contigo. recuerda que el viernes murió Jesús para quitar tus tinieblas mas profundas. Y lo mejor es que resucitó un domingo con poder, autoridad y esperanza.
Dejemos de vivir en viernes de la crucifixión, y que ninguna sombra nos domine si hoy y siempre podemos vivir en la luz del domingo de resurrección y ver la vida por encima del sol.