El pasado fin de semana fuimos a compartir sobre Jesús con un grupo de amigos. ¿Qué haces cuando se presenta un imprevisto en medio de tu plan? Por ejemplo situaciones climáticas. Teníamos la idea de presentar un mimo al aire libre pero una fuerte lluvia nos obligó entrar a un mercado para escampar. Ahí fue donde decidimos aprovechar el tiempo y compartir las buenas noticias con las personas de ese lugar. Todo calzó perfectamente, y fue ahí que aprendí:
A veces oramos para que escampe, pero Dios permite que continúe la lluvia para que te muevas o te quedes donde debes estar
Dios es ese Dios de milagros que puede dividir los mares, resucitar a muertos pero también es ese Dios que permite que siga lloviendo para que no nos aceleremos y esos hechos son muestras de un Dios poderoso y soberano.
Tal vez no te guste la lluvia en momentos de sol, esas lluvias que de la nada aparecen en la vida y te obligan a frenar, y se que como yo orarás por que esa lluvia se calme y puedas volver a ver el sol, pero recuerda que en ocasiones esa «lluvia», esa circunstancia que te mantiene ahí o te obliga a correr en sentido contrario puede ser la manera en como Dios te esta llevando a donde necesita que estés.
Aprende a disfrutar de la lluvia, nada crece si no es regado.
Refréscate y permítete entender el poder de Dios que obra en nosotros, él puede hacer mucho más de lo que jamás podríamos pedir o imaginar.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
Efesios 3:20