Alguna vez le dije a alguien que lidiar conmigo mismo es realmente cansado.
En la reflexión anterior, Gaby Rodríguez hablaba de descansar de personas, de actitudes, de lugares. Hoy quiero recordarte que es necesario descansar de nosotros mismos.
La verdad es que nosotros somos nuestros mejores o peores jueces. ¿Te ha pasado que alcanzas una meta y enseguida empiezas a analizar lo que pudiste hacer mejor, en qué te equivocaste? ¡Que cansado que es! Es desgastante estar en constante evaluación por nuestros ideales, por nuestras propias expectativas, por los estándares que nos hemos puesto. Somos implacables y nos señalamos injustamente. Somos nuestros peores enemigos.
Hace unos años descubrí algo: soy una persona que tiene una mente que siempre me está evaluando, que me susurra lo peor de mi. Me decía que no soy capaz, que otros han llegado más lejos, que ya tengo 31 años y no he alcanzado mis metas. Tengo ese pequeño fariseo que cada día quiere hacerme sentir menos, que disfruta juzgándome, que me quiere ver caído, que es injusto con lo que soy y hago.
No sabía qué hacer en esa situación, así que me dejaba llevar por los pensamientos más oscuros, hasta que un día abrí la boca y dije «No Jimmy, no eres lo que piensas y ahora vas a escuchar…» Lo que vino después fue un auto discurso que fue oral, porque realmente hablé para que las palabras fueran escuchadas por mis oídos y mi cabeza entendiera que le estaba hablando. Fue la mamá de los discursos. Dije todo lo que necesitaba escuchar, incluso mencioné «esto que piensas no es cierto, esto tampoco, esto es una tontería». Me hizo tanto bien saber que podía ponerme un límite, hacer una pausa y descansar de mí.
Descansa de ti
Aún me sucede que en un mal día pienso que soy todo lo negativo que viene a mi mente. En ese momento, intento peinarme un poco (quienes me conocen saben que mi cabello no es el más domable), me mojo un poco la cara y digo «Jimmy, no eres lo que piensas. Hoy es un mal día, no te fue bien, eso no quiere decir que lo que estás pensando es verdad» No puedo huir de mí, pero puedo hablarme claramente para buscar el descanso.
Siendo sincero con ustedes, todos los días tengo que lidiar con mis pensamientos sobre mí. Es la lucha más fuerte que vivo diariamente.
Cuando Jesús habla de que nos da paz, no se refiere a pasividad o a la desaparición de nuestras preocupaciones. Se refiere a que en medio de la guerra, en medio de tus pensamientos lanzando granadas de mano y munición gruesa, Jesús está a lado diciendo «Tranquilo mijo, tranquilo». La paz que él nos ofrece tiene que ver más con nuestro corazón y nuestras actitudes, y no siempre con las circustancias que nos rodean.
Te entiendo, es cansado lidiar con una cabeza que piensa más de lo que debería, pero es posible. Descansa.