¿Existe relación entre el enojo y nuestra necesidad por quejarnos?
Parece que sí, que cada vez que nos enojamos, nuestra lengua se suelta, siente la necesidad de hablar sin parar. Lastimosamente, en el momento de enojo, lo que menos decimos son palabras acertadas. Es muy común, después de un momento de ira, decir «lo siento, no quise decir eso»
Cuando la ira habla, la paz huye
Hace unos días empecé a resolver un inconveniente con un cliente. Como saben, soy diseñador gráfico de profesión y hubo una situación bastante injusta con un contrato. Al momento de enterarme, no dije nada, procuré ser sabio y esperar, pero a medida que pasaban las horas, empecé a molestarme y a hablar negativamente.
Pasaron las horas y seguía diciendo «es que esto no debe ser así, yo haré así…» y en un momento me escuché con mayor intencionalidad y me di cuenta que la ira estaba hablando.
No hablaba con paz, ni con lógica, hablaba con enojo, frustración y tristeza. De seguro te ha sucedido.
Cuando dejamos hablar a la ira, las cosas pueden irse de las manos. Decimos lo que no deberíamos, lastimamos y alborotamos todo porque no guardamos silencio.
Si un día estás molesto, puedes quejarte, pero no permitas que sea la ira la que decida, ni la que controle. Está bien desahogarnos en soledad o abrir el corazón con una persona de confianza, pero ante la ira, es mejor guardar silencio.
Hablar demasiado conduce al pecado.
Sé prudente y mantén la boca cerrada.Proverbios 10:19