Hay momentos difíciles en la vida. Hace dos años estuve en un terremoto en Ecuador, en pleno epicentro. Esa noche fue muy difícil para mi, porque estaba a 8 horas de casa, porque había el temor de un sismo más fuerte, porque no sabía que pasaría.
Muchas personas viven momentos difíciles por semanas, meses, años. No saben qué pasará, si mañana encontrarán trabajo, si vendrá el cobrador a seguir quitándoles sus pertenencias, si vendrá alguien nuevamente para intentar lastimarlos.
La Biblia está llena de promesas, bendiciones, y a veces no nos damos cuenta que hay versos que nos recuerdan la esperanza que tenemos en Dios en medio de la preocupación, porque otros también la vivieron. Así que en esta serie quiero compartirte una reflexión sobre varios versos que encontramos en los Salmos que fueron escritos en momentos de dificultad.
En el Salmo 3 encontramos el relato de David huyendo del ejército de su hijo, Absalón. Su hijo mayor había decidido quitar el trono a su padre y muchas personas se pusieron de su lado. David empezó a huir y dijo esto
Oh Señor, tengo tantos enemigos;
son muchos los que están en mi contra.
Son tantos los que dicen:
«¡Dios no lo rescatará!».
Evidentemente, David está huyendo, tiene miedo, piensa en lo que la gente dice de él y de la situación que está viviendo. Reconoce que hay mucha gente en su contra. Y después de esto, hace silencio, piensa en Dios y escribe esto
Pero tú, oh Señor, eres un escudo que me rodea;
eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto.
Por más complicada que sea una situación, siempre encontraremos descanso en Dios.
David reconoce que el mismo Dios que lo escucha quejarse es el que puede librarlo.
El Salmo 3 es un texto hermoso porque es escrito en el momento del temor, en un proceso, no en una mesa con café y galletas. Es una vivencia real, en el momento del miedo, del dolor, de la persecución.
Clamé al Señor,
y él me respondió desde su monte santo. Interludio (conocido como Selah)
Me acosté y dormí, pero me desperté a salvo, porque el Señor me cuidaba.
En el verso 1 estás quejándote de quienes te persiguen, diciendo que no hay quién te salve. Después de hablar con Dios, varios versos después, reconoce David que incluso pudo acostarse y dormir, porque entendió que Dios está con él.
Te animo a leer todo el Salmo 3, memorizarlo si es posible, y sobretodo, a llevarlo en tu mente y corazón para que sea parte de tu día a día.