¿Te ha pasado que estás buscando desesperadamente tus llaves? Pones en apuros a otras personas en una búsqueda desesperada… pero al final, exclamas con vergüenza y una sonrisa:
-¡perdón! Siempre las tuve en mi mano.
O quizás una historia parecida buscando tu celular o algún objeto importante.
Los cristianos solemos olvidarnos de las cosas importantes que ya tenemos a la mano, que ya nos pertenecen. Como la llave de Jesús. Esa llave que abre las puertas de un pasillo oscuro en el cual terminamos como consecuencia de nuestro desobedecer continuo. Puerta tras puerta: la desesperación, la deserción, la depresión, duda, ¿será que Dios me vuelve a perdonar?
Pero si has creído en Jesús y aún has regresado a ese laberinto de tus luchas, quiero recordarte que:
“La puerta de tu debilidad puede verse más grande pero con Jesús, el seguro de esa puerta está por dentro”
Con tu salvador ya eres capaz de abrir esa puerta. Esa es la gran diferencia, ¿por qué quedarnos ahí en encerrados? ¿ por qué amar las prisiones? si ya tenemos la credencial de libres por siempre.
A veces nos quedamos un largo tiempo esperando una señal o exigiendo que alguien más venga. Dime, si estuvieras secuestrado y tienes la opción de huir por una puerta sin que nadie te detenga ¿qué harías?
Cuando sabemos que vamos con Jesús podemos derribar desde muros en Jericó y abrir puertas de la cárcel como sucedió con Pedro (lee Hch 12:6-19).
No dejemos que el pecado inoperante nos encierre con sus puertas cuando el seguro está puesto de nuestro lado.
Jesús es nuestra llave solo:
Créele a Él
Levántate
Ahora sal y sé sal de las personas.
“Cruzaron la primera y la segunda guardias y llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle. Esta se les abrió automáticamente. Caminaron juntos unas cuadras, tras lo cual el ángel lo dejó solo.”
Hechos 12:10