Hoy alguien mira su plataforma de la universidad y se siente hecho pedazos; porque las ganas de estudiar sí están pero el cuerpo se cansa. El estudiante se ha desvelado hasta las 05:00 am.
A esa misma hora alguien ha madrugado para ir al trabajo, pero lleva consigo la pena de la pérdida de un ser querido. Mientras viaja en bus, observa a un grupo de migrantes buscando trabajo en la calle, porque ahí fue donde durmieron. Allá en la esquina una madre lleva pan para el desayuno en su casa, pero en su mente no deja de orar por su hijo que está en la cárcel.
Y aquí estoy, pensando en que si lo que escribo es ya muy repetitivo o muy trágico o es eso de lo que llamamos nueva normalidad. En los últimos días he sentido frustración por no tener ideas frescas, o porque no veo los resultados que se anhela.
He llegado a compararme con otras personas, resalto como es su alcance y me siento con la chispa atenuada.
Escribo esto para recordarme que no siempre seré el 10, el primero o el mejor, incluso dudé en escribir lo que lees ahora, pero aprendí que si nos sinceramos, nos identificamos y así nos ayudamos.
Lo interesante en todo esto es ver cómo Jesús se identifica con todo lo que vivimos.
- ¿Otra vez me hablas de Jesús?
- Claro, no porque no tenga algo nuevo para decirte sino porque es lo mejor que pueda decirte.
¿No te entienden tu familia, amigos, autoridades? A Jesús tampoco lo entendieron.
¿Qué eres un migrante ? Jesús también lo fue.
¿Qué te abandonaron ? A Jesús también.
¿Qué te duele ver a tu hijo preso? Jesús también lo entiende, el vino a dar libertad y no todos la aceptan.
¿Qué te hacen la vida imposible ? A Jesús también le pusieron obstáculos.
¿Qué te duele el cuerpo? A Jesús también le dolió.
¿Qué estás cansada físicamente de ordenar el ciclo de desorden en casa? Jesús también se cansó.
¿Qué las tareas del colegio están difíciles? Jesús entiende lo difícil que se ponen las tareas encomendadas, recuérdalo en Guetsemaní.
No se si lo que acabo de relatar tenga una lista de consejos pero estoy seguro, que Jesús se identifica con nosotros. Porque Él lo sabe todo y lo vivió todo.
Tengo un Dios que no se cansa de estar con los cansados. Por eso prefiero reconocer mi cansancio, mi debilidad y tener a Dios, que al contrario, creerme fuerte y no tener a nadie.
Sincerarnos puede ser incomodo al inicio pero al saber que Jesús no se incomoda y nos brinda su gracia y ayuda para cambiar, aprovecharé el tiempo para hablar con Él.
Regularmente en los escritos desarrollamos un final, pero hasta aquí llego yo.
Que el final de esta reflexión sea tu conversación con tu padre celestial, recárgate, desahógate y esto continua…