Sé, yo sé que ya se siente la navidad, y creo que todos la estábamos esperando (puede que no tengamos los mismos motivos, pero está bien).
Me puse a pensar en esa navidad, en la que siempre recordaremos el nacimiento de Jesús como el inicio del mejor plan para el mundo, dentro de ese plan está su madre María.
Describen a María como una mujer de fe fuerte, comprometida con el servicio, corazón noble y digna de llevar al salvador del mundo, admirable es María.
Pero hoy yo quiero hablarte de mi amigo José, de ese que se queda atrás de la historia y lo vemos hasta cierto punto, ese que solo tiene ciertas líneas y que luego se va desvaneciendo.
- Mi amigo José fue herido en su orgullo ¿te imaginas que la mujer con la que te ibas a casar te diga que estaba embarazada? Y ahora piensa en su época, en las leyes del lugar y la cultura, tuvo que pensarlo mucho, tal vez ir en contra de su familia, pero se negó a dejar a María sola para atravesar una sociedad que lastimaba.
- José tuvo que decidir, aunque no lo creas, en sus hombros por un momento descansó la decisión clave para que el plan se lleve a acabo, lo que el haría en ese momento definiría la vida de todos.
- Si bien fue fuerte y también tenía mucha fe, pues escuchó a Dios y le creyó, tomar un niño ajeno como tuyo requiere un corazón muy distinto, una voluntad diferente a la de un macho. José es la primera muestra del amor incondicional de papá.
Mi amigo José, estuvo en la historia todo el tiempo, fue el quien ayudó a criar a un Jesús amoroso, responsable y creyente, porque a pesar de que fuera el salvador, ese niño necesitaba la guía y la formación que solo papá puede dar. Se mantuvo presente.
Ahora tengo uno que otro “amigo José”. De esos que no dicen mucho, pero hacen demasiado; de los que te ven, entienden tu dolor y se niegan a dejarte atravesarlo solo, de los que piensan que no tienen un gran papel, pero sin saber han sido parte de grandes milagros.
Gracias a Dios por los José que pone en nuestras vidas como muestra directa de su respaldo y amor.