Cuando vemos una guerra, bombardeos, saqueos y masacres, los niños preguntan «¿quienes son los buenos y quienes son los malos?» Antes decíamos «Tales son los buenos» pero ahora nos damos cuenta que en el negocio de la guerra, todos somos malos.
Es malo el que arma una bomba casera y el que asesina a sangre fría, como también es malo el que insulta en las redes a quien no piensa igual. Es malo aquel que «defiende» su territorio hasta la muerte y también es malo el que se burla con cinismo de otros en Facebook. La guerra no se libra solo en las fronteras de Gaza, sino en nuestros perfiles.
Hoy le decía a Dios ¿sobre qué debería escribir? Y todos los temas que pensé me decían una sola cosa: paz. Daba vueltas alrededor y pensaba hablar sobre la injusticia en Palestina e Israel, o el caos político que estamos viviendo en Argentina o Ecuador, y a medida que pensaba, me di cuenta que no estamos construyendo paz.
Aunque mañana se detuvieran los bombardeos en Gaza, nosotros libramos una guerra en nuestras redes todos los días.
Vivimos en la guerra de la verdad, de la sana doctrina, de la despenalización del aborto, del fútbol. Hay tantos muertos en todos los bandos, que realmente no puedo pensar quienes son los buenos y quienes son los malos. Somos malos todos los que nos involucramos en la agresión al otro.
Hay diferencia entre asesinar a alguien y atacarlo con palabras, sin duda. No quiero relativizar el conflicto armado, sino recordarte que todos somos parte. No es que «allá» están en guerra, acá también, donde tú estás.
Que Dios nos ayude a ser pacificadores. A mi me cuesta, porque prefiero el sarcasmo y la ironía, pero es algo que nuestra gente necesita, un poquito más de paz en sus convulsionadas vidas.
Dios bendice a los que procuran la paz,
porque serán llamados hijos de Dios.Mateo 5:9