En toda sociedad hay grupos de personas que miramos mal. En el tiempo de Jesús eran las prostitutas, ladrones, adictos, y resulta que él era su amigo.
Quien con lobos se junta, a aullar aprende dice el refrán. En buena hora, Jesús no lo aplicó. Tenía el criterio afinado para decir de frente viboras a quienes vivían de manera hipócrita, y a la vez tenía el corazón sensible para hablar con aquellas personas que eran vistas como estorbo en la sociedad.
Con mucha tristeza he visto en los últimos años que los divorciados, padres y madres solteras, adolescentes embarazadas han sido agregados a la lista de mal vistos, como si hubiesen personas de primera y segunda categoría, como si el casado una vez fuese mejor que aquel que enfrentó un divorcio.
Jesús es amigo de los mal vistos
Hay una diferencia entre ser malo y ser mal visto. Nos referimos como malos a las personas que buscan hacer daño, mientras que los mal vistos son personas etiquetadas por otros por alguna situación que han vivido.
Probablementetú no eres alguien malo, sino mal visto por un error que cometiste o por una circunstancia que otros no entienden, y aunque la gente sea dura contigo, cuentas con la amistad del Maestro.
No es necesario buscar aprobación de otros cuando en nuestro corazón está la paz y confianza que nos brinda Dios.
Dios escogió lo despreciado por el mundo —lo que se considera como nada— y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante
1 Corintios 1:28