No alcanzas a tomar el bus, te equivocaste de medias, pusiste sal en lugar de azúcar, un error nos sucede a todos.
Vivo en Quito, una ciudad muy linda, un tanto fría en las mañanas y cuna de las quejas nacionales. No producimos frutas, ni criamos ganado, tampoco somos grandes generadores de materia prima o productos con un valor añadido, somos realmente una ciudad burócrata, llena de oficinas, en las que encuentras personas que antes de las ocho de la mañana ya están enojados porque algo sucedió entre el amanecer y la llegada al trabajo.
Si llueve y se mojan, se enojan. Si pisan chicle, se enojan. Si salieron sin paraguas y llueve, se enojan. Si piden un café y está muy caliente, se enojan. La vida es muy corta para enojarnos por todo, todo el tiempo. Los errores suceden, y nos suceden a todos.
Uno de los errores más frecuentes es pensar que somos los únicos que se han equivocado con algo en su vida.
Vivimos nuestros días frustrados por un error. Complicamos la vida de otros porque algo no nos cuadró. Reaccionamos negativamente porque un pequeño detalle de nuestra perfecta vida no coincidió con nuestras expectativas, pero te cuento algo ¡a todos nos pasa!
Con esto, no quiero decir que eres una persona promedio, sino recordarte que hay miles de personas que cada día eligen sonreír a pesar de lo que sucede. Quizá tú podrías sumarte y ser alguien que, a pesar de lo que sucede, recuerda que no es el único y alegra la vida a alguien más.
A todo el mundo le gusta una respuesta apropiada;
¡es hermoso decir lo correcto en el momento oportuno!Proverbios 15:23 (Versión NTV)