Todo poder conlleva una gran responsabilidad, pero ¿qué pasa cuando te cansas de una responsabilidad que no pediste?
Las tres primeras películas de Spiderman son mis favoritas, porque muestran a un Peter Parker común y corriente, disfrutando al principio de sus nuevas habilidades. Poco a poco descubre que sus nuevos poderes le impedirían una vida más normal, pues siempre habría un ladrón a quien detener, un incendio al que ir para ayudar.
En la película 2, llega un punto donde Spiderman decide renunciar. El índice de criminalidad se dispara, pero él por fin tenía tiempo para salir con Mary Jane, la chica que amaba. Robos, asesinatos y problemas por todos lados, pero él por fin podía ser una persona más, como antes.
Spiderman es una película sobre identidad
Quisiera contarte toda la película, pero mejor te recomiendo mirarla. No las nuevas, sino las primeras. Encontrarás alguien con una vida corriente, frustrado, que luego recibe poderes, que los disfruta, que luego se frustra nuevamente porque los poderes le impiden hacer otras cosas, como enamorarse. Después viene su renuncia y su aceptación.
Spiderman termina reconociendo que ahora es lo que es, que su identidad podía cambiar. A veces estamos atados a lo que creemos que somos, a lo que nos dicen que éramos. «Es que antes eras diferente», ¡claro! Era lo que fui y ahora no puedo ser igual, es imposible, todo influye sobre nosotros, y estamos cambiando constantemente. No somos lo que éramos sino lo que hoy miras, aunque nos guste o no.
Spiderman renunció para darse cuenta que su problema no era trepar paredes y volar con sus telarañas. Tenía problemas de identidad, y eso es más peligroso que no saber caer desde un edificio. Todos necesitamos dejar nuestro papel de Spiderman por un par de días, reflexionar y retomar con una perspectiva más clara.
El hombre prudente guarda silencio
Proverbios 11:12b