Está bien sentir

Hay unos días buenos y otros malos, pero por alguna razón los días malos parecen durar mucho, lo que hace que sobrellevarlos sea duro y obvio los recuerdes más.

Como cristiana, durante momentos de dolor, he recibido el apoyo y motivación de hermanos en la fe, y aunque se que algunos fueron con muy buena intención la mayoría usaron frases muy conocidas pero creo que no entendían lo que en verdad necesitaba.

“Todo pasa”, “Dios no te da nada que no puedas soportar”, “el tiempo de Dios es perfecto”, “piensa que algo mejor vendrá”.

Me asusta que la gente piensa que los momentos malos debes atravesarlos a zancadas y solo pensar en que más adelante ya no hay dolor.

En este mes he aprendido que sentir dolor, angustia y ansiedad está permitido, y no, no son cosas que queremos sentir, pero sucederán y está bien llorar y descargarse, por que solo así podrás identificar lo que sucede.

Me he dado cuenta que mi dolor y tristeza no es solo por las cosas que me pasan hoy sino por las cosas que no supe cómo arreglar antes, por aquellas situaciones por las que caminé ignorando las circunstancias y solo esperando que “lo mejor llegue”.

No me refiero a que vivas en el dolor por siempre pensando que ahí es donde debes estar, quiero que entiendas que las heridas emocionales también tienen un proceso de sanación, pero ese proceso lo debes empezar tú.

  • Saber que te duele, por qué, en que momentos y que significa para ti, permitirá que te decidas a tomar acciones para sanar.
  • Pedir consejo no está demás pero si es necesario tener entre tus contactos a un muy buen amigo o a un psicólogo. Que alguien te ayude a ver las cosas desde afuera te puede sacar del hoyo.
  • Ser paciente es un ingrediente necesario. Las emociones y hábitos no se controlan de la noche a la mañana, es por eso que mientras lo intentas cada seas amable y paciente contigo mismo, por que aunque no lo has logrado todo, vas logrando algo.
  • Camina el valle de dolor no solo pensando en lo que viene después, pues eso no te dejará entender en donde estás en ese momento. Al igual que al conducir, debes estar atento al camino y no pensando en el futuro que aún no sabes si vendrá.

No te estanques en repetir frases de motivación solo para “no pensar en lo malo”, piensa en lo que sucede, se consciente de tu situación. Respira profundo encuentra un plan de salida y hazlo sucede

Cuencana. Escritora en Reflexiones de Bolsillo. Directora de Comunicación Corporativa. Enfocada en trabajo con jóvenes y adolescentes.

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