Espero que Dios cumpla su parte del trato

Debía escribir sobre cómo me he acoplado a los planes de Dios, sobre cómo entendí su voluntad y obedientemente caminé en fe. Pero te estaría mintiendo, estaría vendiéndote una idea falsa de lo que es caminar con él.

He perdido la cuenta de las veces que he llorado porque siento que las cosas no marchan a mi favor, porque veo que lo que quiero no está en mi camino. He refunfuñado como niña pequeña a sus pies para que entienda que yo espero que cumpla su parte del trato: amarme (cumpliendo mi voluntad).

Para mí, ver su voluntad buena, agradable y perfecta ha sido mucho más difícil en estos momentos.
Y no por que él no sea bueno -ya lo ha demostrado antes- sino por que siento que no podré ser lo suficientemente paciente como para verla.
Siento que no es justo haber perdido todo lo que planeé, que en este punto mi vida no está donde debería y que no encuentro explicaciones o camino para que se arregle.

  • Hoy he aprendido que tengo un Dios que no le huye a mis miedos o frustraciones, que entiende mi dolor y que a pesar de mi terquedad va a quedarse cuanto sea necesario para ayudarme a caminar en un mejor plan.
  • Aprendí que puedo llorar las veces que sean necesarias para descargar mi alma y que eso no me hace menos fuerte o que que mi fe no sea genuina.
  • Entendí que para qué este plan empiece a tener sentido debo dejar de anhelar o vivir en lo que pudo haber sido. Tal vez me tome un poco más de tiempo que a los demás, pero eso es lo bueno de caminar con él, no corre, no presiona, se asegura de que seas tú quien quiera caminar.
  • Entendí que mi Dios no se enoja si me siento a decirle que no le entiendo, que no comprendo qué es lo que desea, y que en esos días de batalla me recuerda que con amor eterno me ha amado, y seguirá mostrándome su misericordia.

Espero que Dios cumpla su parte del trato, que me lleve con amor y paciencia en medio de lo que no reconozco, y espero cumplir mi parte del trato: seguir viéndolo incluso con la barca a punto de naufragar.

No se trata de entrar al plan B como si nada pasara, se trata de encararlo y dejar que vaya transformando lo que sea necesario.

Cuencana. Escritora en Reflexiones de Bolsillo. Directora de Comunicación Corporativa. Enfocada en trabajo con jóvenes y adolescentes.

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