A donde voy veo abrazos y amor. Hijos que piden perdón a sus papás, prometiendo que este año será diferente, esposos que se comprometen a cambiar, a esforzarse por ser mejores, aunque en estos primeros días sus actitudes no estén muy distantes de lo que fueron el año anterior. ¿Promesas por amor o por remordimiento?
Es lindo escuchar promesas, que nos digan palabras bonitas, pero seamos honestos, nadie quiere palabras vacías. Si pediste perdón porque tu carácter es difícil, debes empezar a trabajar para cambiarlo. Si no te esfuerzas, lo que dijiste fue únicamente por compromiso o como decimos, por cargo de conciencia.
Amor sin acciones, no es amor.
Si estás arrepentido, no basta con decirlo, debes cambiar el rumbo. Si dices amar a otra persona, que no se quede en una tarjeta, sino transfórmalo en pequeñas demostraciones diarias, constantes, que demuestren tu compromiso. Escucha, respeta, da importancia a lo que te dicen, deja de hacer lo que te han dicho que lastima a otros. Ve más allá de las palabras bonitas.
En una ocasión le di una tarjeta a mi mamá. Ella me agradeció pero, después de años de recibir tarjetas, me dijo «de qué me sirve que me den regalos si en la casa no son capaces de ayudar». Me dolió, pero hasta ahora conservo eso como una de las mejores enseñanzas de mi vida: el amor debe verse, debe evidenciarse.
Siempre decimos que Dios nos amó tanto que envió a su Hijo a salvarnos. No vino solo a morir, sino a vivir por nosotros, a demostrar día a día que quería caminar junto a nosotros, que estaba dispuesto a ayudarnos a crecer a pesar de nuestras actitudes. Fue constante, paciente.
El amor de Dios se puede ver, se puede disfrutar, restaura y ayuda. Haz lo mismo, que el amor que tienes por otros se pueda evidenciar.
¿Qué puedes hacer hoy para demostrar que realmente amas?
Nadie tiene mayor amor que éste, que es el poner su vida por sus amigos.
Juan 15:13 (RVC)