Una de las constantes en la Biblia es que Dios siempre pedía a otros que se muevan de un lugar a otro.
Empieza con Adán al darle una tarea que implicaba relacionarse con su entorno, moverse; Abraham saliendo de su tierra; Jacob; de la misma manera, y apenas vamos en los primeros capítulos de Génesis, aún faltan 66 libros.
Dios siempre pide que vayamos del punto A al punto B, sea en nuestra vida espiritual, personal, laboral, académica, ministerial. Siempre es posible avanzar un poco más, crecer más, alejarse más de lo que nos hace daño, pero parte de una decisión.
La comodidad es agradable, pero peligrosa.
Quizá donde estás tienes poder, y no quieres soltarlo, o quizá tu hamaca es la indiferencia ante la necesidad de otros. Sea cual sea tu situación, no te quedes donde estás.
El apóstol Pablo compara la vida cristiana con una carrera, que la terminaremos dando pasos, no quedándonos quietos.
¿Acaso no saben ustedes que, aunque todos corren en el estadio, solamente uno se lleva el premio? Corran, pues, de tal manera que lo obtengan.
1 Corintios 9:24 (RVC)
Pregúntale a Dios cuál es el siguiente paso, a donde debes ir, qué debes hacer para seguir avanzando