No somos valientes porque nacimos valientes, sino porque decidimos serlo.
Estoy convencida de que decidimos ser valientes todos los días, incluso más de una sola vez en el día. Toma mucho valor y coraje vivir. Toma todo de ti vivir bien, desafiarte y aceptar cada uno de los retos que la vida te presenta.
Cuando era niña, mi abuela me prestó un libro que atesoraba con devoción, la historia de la vida de Helen Keller. Hasta la fecha es uno de mis libros favoritos. Quien diría que ese libro me enseñaría tanto y dejaría en mi mente una lección valiosísima que aplicaría durante toda mi vida.
“Nunca podríamos aprender a ser valientes y pacientes si solo hubiese alegría en el mundo”. Hellen Keller
Lo curioso de esta vida es que las personas que conocemos como fuertes o valientes no nacieron de esa forma, vinieron como tú y yo, una página en blanco que se escribiría a través de los años. Esas personas decidieron ser valientes, decidieron tener el coraje para superar todos los obstáculos que estaban en frente. Ellos tomaron la oportunidad que la vida les ofreció, conscientes de que no sería fácil y de que la vida estaba poniendo a prueba sus capacidades y limitaciones.
Medicamente mi vida nunca fue sencilla. De una u otra forma desde niña tuve muchos retos, conocí el dolor que causa una enfermedad, un hueso roto, reparaciones en quirófanos y fuera de ellos en más de una ocasión. Si hubo algo a lo que me aferré desde que tengo memoria es que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Esa verdad, aunque chiquita, la llevo tatuada en el alma y la piel.
Aprendí a ser valiente, no porque no tenía otra opción sino porque la vida me dio muchas oportunidades para decidir serlo. En medio de mi dolor, físico y emocional, tuve dos opciones, ser valiente o echarme para atrás y correr de la realidad. El dolor aunque molesto e irritante es una oportunidad para crecer, para decidir ser algo más, para escribir en nuestras páginas blancas letras que queden grabadas no solo para nosotros sino para otros.
Más de una vez en el día decido ser valiente. Decido ser valiente por mí. Decido ser valiente cuando me duele el alma y no sé cómo se sana ese dolor. Decido ser valiente cuando me duele el cuerpo y no tengo recetas milagrosas. Decido ser valiente cuando me pinto de colores, aun cuando mi corazón se siente gris. Soy valiente y decido ser valiente porque hay uno solo que me hizo valiente, que me dio la capacidad de decidir ser valiente todos los días si estoy con Él.
Si hoy sientes que vives en dolor, que el dolor te ahoga o que el dolor te abruma, decide ser valiente y enfrentar el dolor. Decide ser valiente porque te mereces ser feliz. Decide ser valiente porque te mereces sonreír. Decide ser valiente porque este dolor también pasará. Decide creerle a Él, a quien será tu fortaleza para ser valiente. Sé valiente.