Nos aterra pensar que las decisiones que tomamos, los caminos por los que transitamos o los sueños por los que optamos pueden estar equivocados. Tememos perder el control de las situaciones que nos rodean como si las pudiéramos controlar realmente y más aún, como si estas salieran un momento del control de Dios.
Hace algunos años me preguntaba con frecuencia si lo que estaba a punto de decidir, por lo que me iba a lanzar o lo que buscaba era lo mejor, y la mayoría de veces podemos usar la simple guía de la palabra, de quienes saben más, de nuestra propia experiencia al tomar una decisión rápida, pero otras ocasiones la toma de decisiones es intensa y tememos mucho qué camino tomar. Muchas de esas veces no sabemos qué hacer. En otras ocasiones sabemos qué queremos, pero tememos equivocarnos. Y para cada una de esas razones del porque o no decidir hacer algo o seguir un camino o no, retumba en nuestra cabeza que me recomendaría Dios (por lo menos a mí me pasa así).
Cuando decidí amputar mi pierna, aunque la resolución vino resultado de mucho dolor y trauma vivido, y aunque no sabía que venía después de tomarla, simplemente me lancé a tomar una decisión completamente imposible y descabellada sabiendo que alguien mucho más grande que yo misma me respaldaba y saltaba conmigo, ya sea que esa era o no la mejor de las decisiones. Y al igual que con esa idea en mi cabeza muchos otros sueños y deseos surgieron, de los cuales consulté largo con Dios, pero en un par de ocasiones a pesar del miedo y la duda decidí saltar y tomar lo que deseaba porque una promesa me acompañaba en el camino.
Yo estaré contigo donde quiera que vayas.
Resulta que a Dios no le importa con qué pie comiences o termines. No le importa si te equivocas. No le importa si aciertas el 100% de las veces. No le importa si tienes miedo.
No me mal entiendan, con eso de que no le importa no me refiero a que le vales, me refiero a que muy a pesar de todo lo que somos y hacemos, nada sale de su control. Nos ama tanto que, sin importar nuestras decisiones, Él cuidará nuestros intereses y mejores sueños. Él sabe que sin importar que hagamos él va a estar con nosotros, eso es lo que ha prometido, él caminará, se lanzará, arriesgará a nuestro lado y siempre, SIEMPRE, estará protegiéndonos, cubriendo nuestras espaldas.
Hace tiempo que busco su guía, sobre todo en momentos específicos, en los que la guía de nadie me sirve sino solo la suya, y aunque a veces Él guarda silencio, me habla para asegurarme que estará conmigo sin importar dónde vaya. Respaldando mis decisiones, haciéndome sentir segura de que aun cuando las cosas no resulten siempre como las sueño, Él estará a mi lado, caminando frente a mí, siendo mi protector y mi refugio. No tengo de qué temer.
Busco tomar las mejores decisiones en mi vida, pero Él me deja tomar las decisiones que finalmente después de mucha cabeza y oración he optado por hacer mías. Y aun cuando en muchos escenarios me invade el miedo y no sé si las cosas irán bien, yo sé que tengo un Padre que sin importar mis pasos está conmigo, un Padre que me guía y me aconseja pero que me da la libertad y la seguridad de que cualquier camino que opte por transitar no estará sin su presencia. Yo tengo la certeza de que su protección nunca faltará.