Fui de camping con mi amigo Luis, el me preguntó ¿qué debo llevar? le pedí fósforos, carpa y ropa ligera pues el lugar tiene un clima cálido.
Para llegar al lugar descendimos en bicicleta como por unos 15 minutos, tal como lo imaginé el clima era agradable así que levantamos nuestras carpas sin problema.Ya en la noche descendió una neblina no muy regular en el sector y debo reconocer que fue una sorpresa pues tuvimos que conseguir otra cobija y usar plásticos para abrigarnos. Esa mezcla del frío de la madrugada junto con el dolor de dormir en un piso duro no fue muy cómodo ¡Qué noche! dormí por períodos. Pero amaneció, así que fuimos en bicicleta a conocer una cascada, comimos, tomamos fotos, reímos y lo que fue esa mala noche ya no era lo más importante.
Mientras escribo esta reflexión estoy cómodo en casa, tengo un par de almohadas para mi espalda, cobijas a escoger y una taza de té caliente.
Pienso ahora en nosotros los cristianos y en nuestros sufrimientos, en esos que nos hacen pensar ¿Por qué Señor? y que a simple vista parecen no tener sentido.
En la carrera del cristiano hay días que descenderá la neblina y no vamos a poder ver con claridad a Dios. Habrá fríos que amenazan el alma y tablas duras que querrán impedir que descanses plácidamente en las noches, pero esas etapas no durarán mucho, y seamos sinceros comparados a los primeros cristianos nos quejamos de muy poco.
Durante ese viaje, esperé que la noche fuera distinta y aunque hubo neblina yo estuve confiado de que todo estaría bien, de que ese lugar tendría algo bueno para mi, y ese es la mejor característica de un cristiano: su esperanza viva. Esa esperanza que nos permite comprender que aunque hoy sea el día de nuestra muerte o simplemente un mal día nada nos separará de su protección, provisión y cuidado paternal eterno. Los hijos de Dios somos guiados por su soberanía y aunque en la carrera haya circunstancias “malas” tenemos la promesa que todo ayuda a bien.
Todos nuestros sufrimientos que quieren enfriar el alma son como una mala noche, solo una noche, ya amanecerá, tú persevera.
No se si en el cielo haya almohadas, lo que sí se, es que Dios ofrece descanso desde hoy.
Ni el positivismo, ni una charla motivacional, nada ni nadie podrá estar a la altura de la esperanza que tenemos en Jesús. Porque Él abriga el alma y da descanso.
Esa esperanza no nos va a fallar porque Dios nos dio el Espíritu Santo, quien ha derramado el amor de Dios en nosotros. Romanos 5:5