La respuesta correcta y la real.

Bueno, guarden todo y saquen una hoja, primera pregunta.
-pero Lic, no nos dijo que que estudiemos eso no explicó, etc.-
Comienzo a dictar, dice el maestro. Mientras todo el salón, aun procesando la sorpresa comienzan a escribir.

¿Lo has experimentado?

Ahí estaba el maestro Jesús en Cesarea, un día comenzó un examen. Primera pregunta ¿Quién dice la gente que soy yo? Fácil. Los alumnos de Jesús la sabían de memoria, debido a que en los pueblos y caminos se escuchaba: “ Jesús es: Juan el Bautista; o Elías, y otros decían que Jeremías o algún otro profeta.”

Segunda pregunta, responder bien que esta tiene mayor puntaje.
Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
-Tal vez hubo un silencio de esos incómodos propios de un examen sorpresa. Los discípulos se quedaron con cara de “dime la respuesta 2”. Y en medio de ellos sale Pedro con seguridad y responde:
– Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
– Correcto, resaltó Jesús. Dios te lo ha revelado.

Pero, si continuas con el relato verás que en los versos siguientes, ese mismo Pedro está regañándole a Jesús por querer ir a morir en la cruz.

¡Cuánto nos parecemos a Pedro!, nos sabemos de memoria los versículos, declaramos con nuestros labios que Jesús es nuestro Señor hasta le cantamos. ¿Días después? Negamos al Maestro.. Y claro, al final Jesús restaura a su discípulo y lo convierte en un instrumento para anunciar el evangelio.

Jesús siempre será la respuesta correcta, pero ¿ Cuán real es esa respuesta en tu vida?
Que llevemos del cerebro al corazón, todo ese conocimiento correcto que tenemos de Jesús. Y así seremos más reales con ÉL y con los demás.

Dios mío, crea en mí un corazón limpio.
Una vez más quiero ser fiel en mí espíritu.
Salmos 51:10 (PDT)

¡Amazónico! David es profesor de educación primaria. De Shell, Ecuador para el mundo. Escritor del #SnackBíblico en Reflexiones de bolsillo

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