¡Llego tarde! Han sido días muy intensos en los horarios y en lo emocional también. Jesús nos ha dicho que va a ser crucificado y sinceramente no sé si exagera, si es una metáfora o si realmente cree que eso va a pasar. Como les dije hace unos días, no es improbable después de todo lo que ha dicho y hecho.
Acá muchos están creyendo en él por sus palabras y por los milagros que hace. La gente sabe identificar a un estafador, a un figuretti, y obviamente ven que Jesús no busca escenario, sino mostrar amor. Podría decir eso, la revolución de Jesús es amar y restaurar. Nada que ver con los fariseos, con la religión o con las leyes que nos han lastimado tanto.
Hoy Jesús contó una parábola hermosa. Si bien fue para confrontar a los religiosos, el mensaje me dejó atónito. Contó que había un rey que hizo una fiesta de bodas para su hijo. Invitó a sus amigos, autoridades, líderes y no vinieron, entonces el rey ordenó que vayan a las calles, a los barrios, a las villas, a donde sea e inviten a todos. Esta invitación decía específicamente que son bienvenidos los buenos y los malos también. ¡Y la gente llegó!
Jamás en la vida había escuchado que buenos y malos son invitados a la fiesta. También nos dijo que llegaron todos los invitados bien vestidos, eso quiere decir que los que vinieron se tomaron en serio la petición del rey. No es solo llegar por llegar, es tener el corazón lleno porque el rey perdona y nos recibe en su casa.
La verdad me encantó esa parábola, pero hay algo que me preocupa. Vi a Judas irse por un rato a Jerusalén, y dicen las malas lenguas que estuvo con los maestros de la ley. Me preocupa que esté tramando algo. Ojalá solo sean malas suposiciones mías.
Es hora de irme a descansar. ¡Mañana por primera vez celebraré la pascua con Jesús! ¿Se imaginan? Ni yo, no sé cómo será, que habrá de comer, qué sucederá, pero estar con el Maestro en la mesa me entusiasma, quizá es ver hecha realidad la parábola que contó hoy.